El libro El amor es imposible de Darío Sztajnszrajber constituye una exploración filosófica que intenta deconstruir las ideas sobre el amor a través de ocho tesis. Con un estilo particular, el autor combina el rigor académico con un lenguaje accesible, lo que permite que los argumentos se narren, por un lado, con la profundidad y solidez del análisis teórico y, por el otro, con un discurso filosófico cercano a los problemas y a las situaciones emocionales de la vida cotidiana. Sztajnszrajber se propone cuestionar nuestras ideas prefabricadas sobre el amor y repensar la paradoja de su naturaleza: el amor es esencialmente imposible y, por lo tanto, una búsqueda incesante.
Tal como lo concebimos e idealizamos, el amor es una quimera inalcanzable. El amor verdadero, según Sztajnszrajber, es el amor imposible, el que siempre está por venir, ése que se escapa de nuestros intentos de definirlo, poseerlo y, por ello, de completarlo. Esta imposibilidad está muy lejos de ser un motivo para resignarnos; por el contrario, constituye una invitación a buscarlo de manera constante, lo que lo convierte en un proceso dinámico que nos transforma y nos enfrenta a nuestra propia finitud.
A través de su narrativa, el autor deconstruye las estructuras que condicionan nuestras vivencias del amor. Cuestiona la monogamia, la heteronormatividad, la idea de la pareja como modelo único y la obsesión un tanto idealizada por la completud a través del otro. La obra retoma diversos planteamientos filosóficos que van desde los clásicos griegos hasta pensadores contemporáneos como Derrida y Agamben. Lo interesante de la lectura es que puede percibirse que el autor no se limita al desarrollo de planteamientos teóricos, sino que entrelaza las ideas filosóficas con experiencias y reflexiones personales, lo que enriquece el análisis y acerca la filosofía a la vida cotidiana. Esta complementariedad entre el rigor académico y el lenguaje accesible es una de las características que se agradecen al autor, pues logra con ello acercar la filosofía a un público amplio sin demeritar la profundidad del análisis.
A continuación, ofrezco una síntesis de las ocho tesis filosóficas que desarrolla el libro.
Tesis 1: El amor es imposible porque todos los amores no son más que una copia del único amor verdadero que es el primer amor y que además nunca existió. En una reflexión filosófica que se acerca a los principios psicoanalíticos, Sztajnszrajber sostiene que existe una idealización del primer amor como único y verdadero, lo que conlleva la decepción y frustración en las relaciones posteriores porque se busca replicar una experiencia que nunca existió en su forma imaginada o idealizada; por lo tanto, las historias de amor ulteriores se asimilan como réplicas imperfectas de la primera, que se convierte en un modelo inalcanzable. De acuerdo con este enfoque, el primer amor se forma a partir de una construcción narrativa que varía con el paso del tiempo, por lo que nunca existió en una forma fija y definitiva y, por lo mismo, tampoco fue dada en su completud. Esto guarda relación con el supuesto de que el pasado, una vez vivido, deja de existir en su forma original. Lo que quedan son huellas, vestigios, rastros, mas no la experiencia misma; es como si el pasado se desintegrara en el momento en que se convierte en tal. Esta disolución ontológica implica que el pasado es inaccesible en su esencia. No podemos volver a él tal como fue, sino sólo a través de representaciones e interpretaciones simbólicas. Interpretamos y revivimos el pasado desde nuestra posición actual, que a su vez se proyecta hacia el futuro. En este sentido, nuestra mirada siempre está condicionada por el presente y por expectativas futuras. Esta perspectiva recorta el pasado al seleccionar fragmentos que encajan en nuestra narrativa actual. Miramos el amor siempre tejido por constantes retornos de una visión fragmentada frente al acontecimiento vivido.
Tesis 2: Si el amor es imposible, discutamos lo imposible. Lo imposible implica pensar que el mundo se divide en dos categorías opuestas:lo posible y lo imposible. Desde esta perspectiva, solemos imaginar que lo posible busca constantemente expandirse hacia lo imposible, como si lo imposible fuera algo deseable que algún día podremos alcanzar. No obstante, la dicotomía es difusa. Si lo posible se asocia a lo finito y lo imposible a lo infinito, la relación entre ambos no es equilibrada, pues la sola idea de que un fenómeno se dé lo convierte en posible. En cambio, lo imposible sería aquello que está más allá de nuestro entendimiento en su plenitud. La situación se complica porque a menudo pensamos en lo imposible como algo que, con el tiempo, se volverá posible, como un desafío siempre pendiente. Podríamos pensarlo desde la perspectiva psicoanalítica e imaginar el deseo como la presencia de una ausencia que no llega a consumarse, algo que no tenemos, pero que acariciamos la idea de poseer. En este caso, si el amor es imposible, suponemos que en el futuro dejará de serlo; lo imposible se convierte en una etapa transitoria antes de alcanzar lo posible, se vuelve alcanzable; lograr lo imposible es sólo cuestión de tiempo. Así, fantaseamos con alcanzar la plenitud de las cosas, el amor mismo en su completud.
Aristóteles sostenía la idea de que existen diferentes maneras de entender el ser, lo cual plantea la cuestión de si existe una forma de ser que sea la más auténtica o si, como apunta Heidegger, la esencia del ser se nos escapa cada vez que intentamos conceptualizarla o hacerla lexicalizable. Una situación similar ocurre con el amor que, al manifestarse de formas variadas, nos lleva a preguntarnos: ¿será esta multiplicidad su verdadera naturaleza? ¿Existirá un amor verdadero? ¿Existirá una forma de amar que sea más auténtica que las demás?
El autor plantea que quizá el único amor verdadero sea el amor imposible, no aquel que todavía no se ha concretado, sino aquel que nunca podrá existir porque su esencia misma es eludir el mundo de lo posible, permanecer siempre fuera de nuestro alcance para perdurar… Un aspecto relevante que destaca el libro es que la filosofía misma constituye el acto de investigar aspectos incomprensibles para la naturaleza humana, y para ello la deconstrucción propuesta por Derrida es una forma de hacer filosofía al concebirla como una experiencia de lo imposible. Se trata de preguntas fundamentales sobre la existencia de las que buscamos constantemente respuestas, pero que no logramos constituir en un saber “verdadero”. Si la filosofía es un acto de amor, entonces filosofar implica amar esa imposibilidad.
Tesis 3: El amor es imposible porque es inefable. Aproximándose a algunas explicaciones kantianas sobre las nociones de nóumeno y fenómeno y de cómo la realidad, al ser explicada o hacerse lexicalizable, constituye ya una interpretación simbólica y, por ende, impuesta por la cultura, el amor no escapa a esa versión explicativa y por ello subjetiva. El amor no puede expresarse completamente con palabras. El lenguaje es una herramienta limitada que no logra capturar la esencia del amor, lo que lo hace imposible de definir y comprender. Desde este contexto, la inefabilidad protege al amor de su reducción a las categorías del lenguaje y, así, de un entendimiento pleno, si es que lo hay.
Siguiendo la línea de autores como Wittgenstein, Derrida, Levinas, Platón, Nietzsche y Agamben, entre otros, se plantean cuestionamientos sobre la definición y comprensión total del amor a través del lenguaje, y sobre cómo el amor se esfuma para no ser captado del todo por el aparato simbólico del lenguaje.
Tesis 4: El amor es imposible porque siempre es a destiempo. Se argumenta aquí que el amor es a destiempo porque nunca se da en el momento apropiado, ya sea por circunstancias externas o por la falta de sincronización entre las personas, o bien por la propia percepción del sujeto. El destiempo puede ser una fuente de frustración, pero paradójicamente también mantiene vivo el deseo y la fantasía del amor. Se propone que el destiempo puede ser una dimensión constitutiva del amor, ya que lo mantiene en el terreno de lo posible. Esta falta de sincronía, este destiempo, puede generar una experiencia de amor potencialmente frustrante, pero también puede ser que lo que lo mantenga vivo y lo proteja de la degradación de la rutina y la cotidianidad.
Esta experiencia que se sitúa fuera de los límites de la cronología y la planificación es un amor que quiebra la previsibilidad y se manifiesta en momentos inesperados como un momento que suspende la cotidianidad y abre el espacio a la experiencia de lo imposible. En este sentido, existe un amor que se resiste a la normalización y a la rutina, un amor que se mantiene vivo en la añoranza de lo que no pudo ser pero que, al mismo tiempo, se manifiesta en el presente como una fuerza disruptiva que nos impulsa a buscar lo inalcanzable.
Tesis 5: El amor es imposible porque es incalculable. El amor genuino no puede ser producto de un cálculo o de una elección racional, pues su naturaleza es imprevisible e irrumpe en la vida del sujeto de forma insospechada, como un asalto que desestabiliza y desarma cualquier planificación o estrategia. En este marco el autor contrapone el pensamiento calculador, por llamarlo de alguna manera, que busca la conveniencia y la productividad, con un pensamiento no calculador, que se basa en la imaginación, el riesgo y la apertura a lo otro. En este sentido, el amor se asemeja a este último, ya que no puede ser previsto ni controlado, y su irrupción en la vida del sujeto puede desmantelar y desestabilizar cualquier estructura o proyecto previo. Sztajnszrajber explora las diferentes maneras en que el amor puede ser inconveniente, ya sea por contravenir las normas sociales o por perturbar la mismidad del sujeto, pero defiende que es precisamente esta imposibilidad de prever lo que lo hace genuino y lo libera de la conveniencia que sólo busca la ratificación del yo.
Tesis 6: El amor es imposible porque todo amor es siempre un desamor. El desamor no es simplemente la ausencia o negación del amor, sino una parte esencial del mismo, pues el amor implica la posibilidad de su propia disolución o pérdida. Se parte en el imaginario del sujeto de que el amor puede ser pleno o eterno, y se propone que su naturaleza está siempre en movimiento y constante transformación. Desde esta perspectiva, no se puede reconocer un origen puro del amor, sino un continuo proceso de desamor y amor. El desamor es previo al amor porque siempre hay algo perdido, una separación que impulsa la búsqueda del otro. Se vislumbran el amor y el desamor como caras de la misma moneda.
Tesis 7: El amor es imposible debido a los condicionamientos institucionales del amor. El amor es imposible por los condicionamientos institucionales que lo limitan y lo desvían; en su afán de orden y previsibilidad las instituciones pretenden controlar y normalizar esos aspectos de la vida. Esto se refleja sobre todo en la imposición de estándares y normas que definen lo que se considera normal. Según el planteamiento del autor, para experimentar el amor en su plenitud es necesario encarar estas instituciones y buscar lo irrealizable, un amor que no se ajuste a las reglas ni se deje encasillar por la rutina. La deconstrucción del amor implica desde este punto de vista un proceso de desidentificación y también de resistencia.
Tesis 8: El amor es imposible porque el amor es el otro. El amor es el otro porque siempre se dirige hacia lo que está fuera de uno mismo, lo que es diferente e incognoscible, aunque conocer o determinar al otro es una cuestión imposible. El amor no puede ser una experiencia de integración o totalización, ya que la otredad del otro siempre se mantiene. Atraparlo en una simbolización que nos complazca es un cometido que siempre se nos escapa, por lo que a menudo es una experiencia de encuentro con lo ajeno y diferente, lo cual lo convierte en vivencias de frecuentes desajustes y transformaciones.
Por ello, el amor es el intento imposible de alcanzar al otro; la belleza, el fervor, la pasión que despierta se juega en esta imposibilidad, porque el amor es el otro. Al ser el otro imposible, no hay un punto reconocible de llegada, sino la aporía de ir hacia un horizonte al que sabemos que nunca hemos de llegar. La vivencia del amor es entonces una aproximación, un intento reiterativo de instaurar lo propio en el otro, pues el territorio del otro es impenetrable, se lo visita, se lo recorre, se pasa un tiempo, se lo conoce, pero nunca se lo ocupa. Parece que, más que una colonización, el amor implica un encuentro de diferencias. Si alcanzara al otro, aniquilaría su otredad, lo haría propio y en esa apropiación lo desapropiaría. Por ello, concebir al otro es un asunto siempre escurridizo. Lo que queda de estos encuentros son las huellas que ese otro deja en este encuentro de diferencias.
A lo largo de estas ocho tesis, Sztajnszrajber nos ofrece un recorrido por la filosofía para abordar el amor, y a través de la literatura, el cine y otras referencias de la cultura propone desentrañar las paradojas del amor. Nos invita a pensar en el desamor como parte esencial del amor, en la imposibilidad del encuentro amoroso como una de sus características fundamentales y en la necesidad de tomar distancia de las instituciones que pretenden definirlo y normalizarlo.
El amor es también experiencia a destiempo, un cálculo que siempre falla, algo inefable que no se puede explicar con palabras. En este contexto, el amor constituye una experiencia de pérdida, de riesgo, de incertidumbre. Sztajnszrajber nos invita a vivir el amor como una experiencia transformadora que nos confronta con nuestra propia finitud y nos abre a la posibilidad de un encuentro genuino con el otro.