Introducción
[Introduction]
⌅
La
consciencia histórica de nuestro tiempo ofrece una de sus mayores
expresiones en el surgimiento del concepto de memoria como clave de
interpretación del pasado. Una de las principales manifestaciones de
este fenómeno ha sido la aparición, en la esfera política, de múltiples
grupos que demandan reconocimiento y reparación a título de víctimas
históricas. Esta transformación ha conllevado a que las figuras de la
víctima y del testimonio se coloquen en el centro de la reconstrucción
del pasado, y que dicha reconstrucción se erija como poco cuestionable
debido a que se la asocia con derechos de vida, de reconocimiento y de
reparación (Sarlo 2005Sarlo, Beatriz, 2005, Tiempo pasado, cultura de la memoria y giro subjetivo. Una discusión, Siglo XXI, Buenos Aires.
). La importancia adquirida por esta nueva sensibilidad hacia el pasado ha sido identificada también con la etiqueta de un memory boom mundial, cuyas periodizaciones pueden variar entre los años 1970 y 1990 (Winter 2001Winter, Jay, 2001, “The Generation of Memory: Reflections on the ‘Memory Boom’ in Contemporary Historical Studies”, Canadian Military History, vol. 10, no. 3, pp. 57-66.
; Koposov 2017Koposov, Nikolay, 2017, Memory laws, Memory Wars. The Politics of the Past in Europe and Russia, Cambridge University Press, Cambridge.
).
Este concepto se refiere específicamente a la multiplicación de las
cuestiones contemporáneas en torno a la memoria, que abarcan desde los
sucesos del Holocausto y las dictaduras en América Latina, hasta la
colonización y la esclavitud.
La extensión del concepto de
memoria hacia diferentes tiempos y distintos contextos ha llevado a
algunos autores a plantear la hipótesis de un fenómeno de globalización
de la memoria (Rousso 2015Rousso, Henry, 2015, “Hacia una globalización de la memoria”, Nuevo Mundo, Mundos Nuevos, Debates. https://doi.org/10.4000/nuevomundo.68429
) y de construcción de memorias cosmopolitas que fundamentan nuevos derechos a nivel trasnacional (Levy y Sznaider 2002Levy, Daniel y Natan Szneider, 2002, “Memory Unbound. The Holocaust and the Formation of Cosmopolitan Memory”, European Journal of Social Theory, vol. 5, no. 1, pp. 87-106. https://doi.org/10.1177/1368431002005001002
). En mis propios trabajos he defendido que las
memorias de los pasados coloniales forman parte de este proceso,
declinándose según las narrativas sobre el pasado que imperan, o
imperaron, en cada sociedad (Hernández Reyna 2022Hernández Reyna, Miriam, 2022 “La commémoration du Ve centenaire de la conquête du Mexique : premières approches sur la mémoire contemporaine d’un évènement lointain”, Caravellle, no. 118, pp. 59-72. https://doi.org/10.4000/caravelle.12323
).
Ahora bien, en este panorama de amplio espectro las memorias de los pasados coloniales despliegan especificidades propias. Una de las principales concierne a la diferencia de orden cronológico de estos pasados lejanos respecto a los pasados recientes que, hasta hace poco, habían sido el objeto principal de los debates de la historia del tiempo presente. Esta cuestión no es baladí, pues la reivindicación de la memoria de un pasado colonial plantea interrogantes sobre el estatus de víctima, así como sobre el testimonio (en primera persona) de periodos de la historia cuya antigüedad se remonta a siglos. Si los sobrevivientes de un genocidio o de un régimen autoritario contemporáneo pueden hablar de lo vivido, las víctimas de un pasado colonial pueden no afirmarse como tales bajo la idea de una experiencia en carne propia de los sucesos. ¿Qué operaciones en torno al pasado han hecho entonces posible distintas demandas y reivindicaciones en torno a pasados coloniales? ¿Por qué se han transformado estos pasados en un asunto de responsabilidad y de deber de memoria en el presente? ¿Quiénes se reconocen y son reconocidos como sus víctimas?
Para explorar algunas respuestas a estas preguntas, este dosier parte de un ángulo crítico fincado en la filosofía de la historia y, en la historia de la memoria, con el objetivo de historizar las memorias de los pasados coloniales. Para ello, se propone una reflexión desde dos registros: los procesos de resignificación del pasado y el análisis de distintos contextos en los que este fenómeno ha tenido lugar.
El primer registro corresponde a la adopción de una
concepción de la memoria como un indicio de la relación que nuestro
presente teje con el pasado. No se trata de saber lo que verdaderamente habría ocurrido en un pasado lejano, sino de restituir las narrativas que actúan en la memorialización de los pasados coloniales,
transformándolos en un problema para el presente. Tal ángulo de
observación nos ha llevado a tomar distancia, de manera general, de
perspectivas que consideran a los pasados coloniales una realidad
oculta, olvidada, suprimida, que habría finalmente salido a la luz
gracias a las reivindicaciones de colectivos subalternos. Ésta suele ser
la óptica adoptada por los estudios decoloniales (principalmente en
América Latina, pero también en contextos como el estadounidense y el
europeo), que sostienen una visión del pasado como una continuidad
ininterrumpida de la colonialidad, entendida como una estructura de
opresión y de dominación que se repite en las sociedades contemporáneas,
pero cuyo origen se remonta a los siglos xv y xvi (Quijano 2000Quijano, Anibal, 2000, “Coloniality of Power and Eurocentrism in Latin America”, International Sociology, vol. 15, no. 2, pp. 215-232. https://doi.org/10.1177/0268580900015002005
). Dicha lectura del pasado colonial postula la
existencia de un trauma ancestral ante el cual el análisis y la praxis
decolonial (que propone una descolonización), se sitúa como un remedio y
como una vía terapéutica para el conjunto de la sociedad. Podemos decir
que se trata de una visión metafísica del pasado (como una realidad que
no cambia) y de una concepción prescriptiva de la historia, aunque sea
un enfoque que ofrece conceptos para que distintos movimientos planten
sus luchas. En términos filosóficos, el problema es que estas
concepciones nos impiden comprender la historicidad de nuestras visiones
del pasado. Eso no significa que los sucesos (las conquistas, la
esclavitud, la dominación) no hayan ocurrido, sino que el sentido y el
lugar que les damos hoy tiene su propia historia. Ver el pasado como
algo que cambia puede ser intrigante: “que el presente es cambiante y el
futuro incierto puede aceptarse con relativa facilidad. No tanto así
que el pasado no se fija de una vez y para siempre, sino que es
igualmente susceptible de transformarse en función de las miradas y los
intentos por imprimirle un nuevo significado” (Valero Pie y Rabotnikof 2023, p. 75Valero
Pie, Aurelia y Nora Rabotnikof, 2023. “¿Qué hacer con el pasado?
Tiempo, memoria e historia en los debates contemporáneos en México en
torno a la estatua de Cristóbal Colón”, Historia y Grafía, no. 60, enero, pp. 73-108. https://doi.org/10.48102/hyg.vi60.445
).
Desde una perspectiva que aborda el pasado como una materia en mutación,
las contribuciones aquí presentadas proponen, en su mayoría,
reflexiones ancladas en la filosofía de la historia, hoy nutrida con las
investigaciones en teoría de la historia y de la historiografía
contemporánea. Estos campos han sido renovados por teorías sobre la
historicidad y la temporalidad, como la que propone los regímenes de historicidad,
concepto desde el que es posible reconstruir y analizar las formas
variadas de articular las temporalidades del pasado, el presente y el
futuro que dan lugar a distintas maneras de escribir la historia en un
tiempo o espacio dados (Hartog 2003Hartog, François, 2003, Régimes d’historicité. Présentisme et expérience du temps, Seuil, París.
).
Algunos
autores han planteado que en nuestra época vivimos bajo un régimen de
historicidad presentista, o en un presente amplio que reinventa
constantemente sus pasados (Hartog 2003Hartog, François, 2003, Régimes d’historicité. Présentisme et expérience du temps, Seuil, París.
; Gumbrecht 2016Gumbrecht,
Hans Ulrich, 2016, “Nuestro amplio presente: sobre el surgimiento de
una nueva construcción del tiempo y sus consecuencias para la disciplina
de la historia”, en Guillermo Zermeño Padilla (comp.), Historia. Fin de siglo, El Colegio de México, México, pp. 123-133.
).
Eso tendría como explicación el hecho de que para nuestras sociedades
es cada vez más difícil imaginar el porvenir, por lo cual se tornan
obsesivamente hacia el pasado, a la vez que contribuyen aún más a
cancelar el futuro (Fischer 2014Fischer, Mark, 2014, Ghosts of My Life. Writings on Depression, Hauntology and Lost Futures, John Hunt Publishing, Winchester, Reino Unido.
).
Orientar estas reflexiones desde este tipo de cuestionamientos permite observar las rupturas y transformaciones en la concepción y la narración del pasado, y en especial de los pasados coloniales que, en otros momentos de la historia, cobraron sentidos distintos del que hoy predomina desde el concepto de memoria y sus anclajes en las cuestiones de la identidad y los debates en torno a las políticas de reparación, restitución o descolonización del pasado.
Con la finalidad de reforzar la
perspectiva filosófica, se ha adoptado también un enfoque proveniente de
la historia de la memoria, un campo en el cual se procede a identificar
los vectores y los actores de la memoria que colocan determinadas
reivindicaciones en torno al pasado, proponiendo nuevas narrativas que
desestabilizan versiones anteriores. La historia de la memoria es
también un esfuerzo por superar la dicotomía memoria/historia (Ledoux 2021Ledoux, Sébastien, 2021, “La memoria, ¿un mal objeto para el historiador?”, Oficio. Revista de Historia e Interdisciplina, trad. M. Hernández Reyna, no. 13, pp. 129-145.
)
y, para hacerlo, desnaturaliza el pasado al dejar de tomarlo como
evidente de suyo. Esto implica mostrar que la memoria es un dispositivo
narrativo evolutivo, contradictorio, heterogéneo, y también una
categoría de acción pública que permite a distintos grupos negociar y
transformar el sentido del pasado, a la vez que redefinen su lugar y su
participación en la sociedad (Lefranc y Gensburger 2023Lefranc, Sandrine y Sarah Gensburger, 2023, La mémoire collective en question(s), Presses Universitaires de France, París.
).
Así, el análisis de la memoria “conduce a identificar procesos
sociohistóricos ahí donde numerosos actores —incluidos algunos
historiadores, lo que se presta a confusión— ven una evidencia, un
valor, un bien, un remedio, un instrumento de consolidación de los
derechos humanos, de la democracia, de la cohesión social” (Ledoux 2024Ledoux, Sébastien, 2024, “Écrire l’histoire de la mémoire du 21e siècle : face aux biopolitiques mémorielles”, 20 & 21. Revue d’histoire, no. 162, pp. 75-89.
; la traducción es mía).
Asimismo, las memorias de los pasados coloniales, entendidas como la construcción de una nueva narrativa, toman toda su materialidad tanto en el discurso, como en el espacio público que es intervenido a través del derribo de estatuas y el cambio de nombre de calles y de sitios históricos que antes tuvieron otro sentido. Este cuestionamiento del espacio, como uno de los puntos nodales de la resignificación de los pasados coloniales, es el objeto de análisis del artículo de Isabel Piniella Grillet que abre este dosier. Desde un diálogo entre el estudio de la memoria, la historia del tiempo presente y los estudios del patrimonio y el arte, nos ofrece un análisis de la ola de desmonumentalización en América Latina, particularmente efervescente en el contexto de las controversias recientes suscitadas por el movimiento global Black Lives Matter. Sin embargo, Piniella Grillet nos ofrece una visión de mayor amolitud más allá de la sola coyuntura al tomar como ejemplo las estatuas de Cristóbal Colón, examinando el sentido que éstas tuvieron para algunos relatos nacionales y la forma en que se las ha reinterpretado en un régimen de historicidad presentista, caracterizado también por una impugnación histórica desarrollada desde una concepción decolonial del pasado.
A propósito del sentido que el pasado colonial ha ido tomando en las corrientes decoloniales latinoamericanas, el dosier continúa con la contribución de Lola Yon-Dominguez, quien nos presenta un recorrido por algunos de los principales intelectuales decoloniales y nos explica la forma en que se articulan en su pensamiento la reescritura del pasado colonial, la cuestión de la identidad cultural y la tentativa de recuperar pasados precoloniales bajo la idea de una justicia histórica frente a la herencia de la colonización y del eurocentrismo; un propósito que toma el nombre de “descolonización”. Esto lleva a la autora a revisar algunos de los presupuestos sobre la autenticidad cultural y sobre el estatus de víctima con los que se asocia a algunas poblaciones llamadas subalternas y, en especial, a grupos identificados como indígenas; un tema ineludible en el pensamiento decolonial latinoamericano.
En relación con la concepción de los indígenas como víctimas ancestrales del pasado colonial en América Latina, y en particular en México, Miriam Hernández Reyna y Andrés Camarillo Quesada nos ofrecen una genealogía crítica. En particular, analizan la pérdida de evidencia del relato nacional indigenista desde finales de los años sesenta, provocado en un inicio por los antropólogos críticos a partir del concepto de etnocidio. Con este término, producto de una circulación internacional de ideas, se acusó al indigenismo y al proyecto de la nación mestiza de no ser una vía a un futuro moderno, sino una continuidad del colonialismo iniciado con la conquista del siglo xvi. Así, analizan cómo este cuestionamiento de la Historia (nacional e indigenista) sentó las bases para la construcción de la idea de la memoria indígena, entendida tanto como el recuerdo traumático del pasado colonial, como la rememoración del pasado precolonial que habría permitido la pervivencia de las identidades indígenas.
Las transformaciones que la memoria introduce en los relatos nacionales son un tema central en el artículo de Sébastien Ledoux, quien nos transporta a Francia. El autor muestra cómo la metrópoli inicialmente narró la colonización de Argelia bajo un relato civilizatorio que tenía sentido dentro del régimen moderno de historicidad que caracterizó la primera mitad del siglo xx. El relato que justificaba la colonización fue esencial para la construcción del Estado-nación moderno y de las tramas temporales que la sustentaron, como la exaltación del futuro de progreso como destino a realizar, tanto por los franceses como por las poblaciones colonizadas, a las cuales se llamó “indígenas”. Enseguida, Ledoux analiza los cuestionamientos de esta narrativa nacional, que surgieron desde los años sesenta en el contexto de la guerra de descolonización en Argelia, y cuya evolución ha marcado el panorama francés en el cual los pasados coloniales han ido cobrando un nuevo sentido a través de las reivindicaciones de la memoria de varios actores sociales, pero también a través cambios legales e institucionales que transforman estos pasados en una cuestión de reconocimiento y de reparación.
Para finalizar, Gabriel Martínez Saldívar aborda la memoria del pasado colonial en Haití, a la cual considera una experiencia silenciada por Occidente. Para demostrarlo, el autor parte de una distinción entre dos sentidos de historia: como acontecimiento y como conocimiento y narración del acontecimiento. Desde ahí argumenta que ha existido un desfase entre la narración moderna y occidental de la colonización de la isla y la memoria que sus habitantes preservaron y que después fue transformada en recurso para su liberación. A diferencia de los anteriores artículos, aunque con elementos teóricos en común, este texto se vincula también con una perspectiva decolonial acerca de los pasados coloniales. Afirma que la colonialidad persiste y suprime la vivencia de los acontecimientos, pero subraya también la recuperación de los pasados precoloniales que el relato moderno habría tratado de borrar y que subsisten como memoria y como una narrativa alternativa del pasado.
En suma, los textos aquí reunidos buscan aportar una visión distinta sobre las memorias de los pasados coloniales, y discuten el concepto mismo de memoria, su construcción, sus alcances, problemáticas y límites. Muestran además que se trata de un concepto común a una heterogeneidad de situaciones, pero también de una palabra que revela las formas en que nuestro presente se relaciona con el pasado.