1. Introducción
⌅En Philosophical Letters (PL),
Margaret Cavendish aborda la discusión sobre los demonios y la
brujería. Este tema es principalmente del ámbito de la demonología, una
rama de la teología, aunque también tiene conexiones con la filosofía
natural y la metafísica. Su posición respecto de la brujería es rotunda:
las brujas no existen. Dicho con más precisión, lo que Cavendish
denuncia es la condena de muchas mujeres buenas, viejas y honestas,
mujeres que habían sido condenadas a causa de la crueldad de jueces
supersticiosos (PL 3, 16Cavendish, Margaret, 1664, Philosophical
Letters, or, Modest Reflections upon Some Opinions in Natural
Philosophy Maintained by Several Famous and Learned Authors of This Age,
Expressed by Way of Letters, Londres.
).2Citaré la obra Philosophical Letters: Or, Modest Reflections Upon Some Opinions in Natural Philosophy con las siglas PL seguido del número de sección y el número de carta. Para otras obras de Cavendish también usaré el modo habitual de citarlas: OEP para Observations Upon Experimental Philosophy y PPO para Philosophical and Physical Opinions. Esta asociación entre brujería y mujeres no siempre fue así. Comenzó hacia el final de la Edad Media (Bailey 2002Bailey, Michael David, 2002, “The Feminization of Magic and the Emerging Idea of the Female Witch in the Late Middle Ages”, Essays in Medieval Studies, vol. 19, no. 1, pp. 120–134. https://doi.org./10.1353/ems.2003.0002
). Aunque la hechicería, el satanismo, la actividad
herética y algunos elementos del folclore (como el vuelo nocturno) eran
ampliamente aceptados durante la Edad Media, fue en el siglo
xv cuando estos componentes se integraron en el
concepto de brujería satánica. Surgió entonces una fuerte asociación
entre la brujería y las mujeres. Esta idea se desarrolló de manera más
completa en el Malleus Maleficarum (El martillo de las brujas) escrito en 1486 por Heinrich Kramer y Jakob SprengerKramer, Heinrich y Jacobus Sprenger, 1486, Malleus Maleficarum, Estrasburgo.
,
quienes relacionaron la brujería con la supuesta debilidad espiritual y
la incontrolable sexualidad femenina. Sin embargo, como sostiene
Bailey, esta conexión no era nueva, ya que el teólogo Johannes Nider
había sostenido, en su Formicarius (El hormiguero) de 1437Nider, Johannes, 1437, Formicarius, Viena.
, que las mujeres eran más propensas a la brujería, lo que influyó considerablemente en el Malleus (Bailey 2002, p. 120Bailey, Michael David, 2002, “The Feminization of Magic and the Emerging Idea of the Female Witch in the Late Middle Ages”, Essays in Medieval Studies, vol. 19, no. 1, pp. 120–134. https://doi.org./10.1353/ems.2003.0002
).3Es por esto que, si bien en el texto original la palabra witch no tiene marca de género, opto por la traducción “bruja” en femenino
para representar la idea demonológica de la época de Cavendish que
generalmente asociaba la brujería con las mujeres. Esto también se
señala en el pasaje citado de PL 3, 16. La feminización tiene que ver con que, a principios del siglo
xv, la preocupación teológica pasó de la
nigromancia —que requería de habilidades, entrenamiento y una educación
específica— a la brujería. Esto facilitó que las autoridades aceptaran
la idea de que las brujas eran sobre todo mujeres. La hechicería dañina
se veía como una sumisión al mal y una susceptibilidad a la tentación en
lugar de un entrenamiento o de una preparación intelectual, lo que la
hacía parecer especialmente adecuada para las mujeres.4También
se intentó explicar la susceptibilidad específica de las mujeres a
vender su alma apelando a los tormentos de índole amorosa que llevarían a
esa decisión (Kivelson y Shaheen 2011). Es importante destacar que, en Inglaterra, la mayoría de las personas sometidas a juicio por brujería fueron mujeres (Walters 2014, p. 106). Lo anterior permitió a las
autoridades a identificar fuerzas demoníacas en segmentos amplios de la
población y proporcionó la base necesaria para las futuras cacerías de
brujas (Bailey 2002, pp. 127–128Bailey, Michael David, 2002, “The Feminization of Magic and the Emerging Idea of the Female Witch in the Late Middle Ages”, Essays in Medieval Studies, vol. 19, no. 1, pp. 120–134. https://doi.org./10.1353/ems.2003.0002
). También provocó un cambio porque, en el siglo
xi, la hechicería común, que a menudo practicaban
las mujeres, era vista principalmente como una cuestión de creencias
supersticiosas y de una susceptibilidad al engaño demoníaco, sin que se
considerara un crimen grave. Sin embargo, en el transcurso de los siglos
xii y xiii las autoridades
eclesiásticas empezaron a tomar mucho más en serio la magia, y en
especial la hechicería dañina, que se convertiría en una base importante
para la idea de la brujería. Durante el siglo xiv
la preocupación clerical y teológica sobre la naturaleza de la magia
continuó creciendo. Se argumentaba que la mayoría de la magia era
inherentemente demoníaca, que implicaba un pacto con el demonio (Bailey 2002, p. 125Bailey, Michael David, 2002, “The Feminization of Magic and the Emerging Idea of the Female Witch in the Late Middle Ages”, Essays in Medieval Studies, vol. 19, no. 1, pp. 120–134. https://doi.org./10.1353/ems.2003.0002
). Cavendish se posicionó fuertemente contra esta idea de pacto.
En
lo que concierne a Cavendish y la brujería, existen tres análisis
destacados, cada uno con un énfasis particular: los realizados por
Jacqueline Broad, Peter Elmer y Lisa Walters. En su artículo “Margaret
Cavendish and Joseph Glanvill: Science, Religion, and Witchcraft”, Broad
analiza el debate sobre la brujería que Cavendish entabló con el
miembro de la Royal Society Joseph Glanvill (1636–1680), defensor de la
existencia de las brujas.5Glanvill juzgaba las historias de brujería como evidencias empíricas con un estatus científico (Levack 2013, p. 266).
Pero esto no era una excepción: muchos miembros de la Royal Society
postulaban que el mundo natural era afectado por espíritus y demonios, y
creían que existían actos de brujería como tales (Walters 2014, p. 126). Incluso la negación de la brujería podía relacionarse con el ateísmo (Walters 2014, p. 127). Para un estudio sobre la influencia de la Royal Society en la escritura de Cavendish, véase Nate 2001. La autora afirma que allí
Cavendish representa la voz de la razón no porque defienda que las
brujas no existen, sino porque evidencia que los argumentos de Glanvill
al respecto contradicen sus propios principios científicos. Para
Cavendish, los principios de la ciencia de la temprana modernidad
podrían, si se aplican consistentemente, fomentar un sano escepticismo
sobre la existencia de las brujas (Broad 2007Broad, Jacqueline, 2007, “Margaret Cavendish and Joseph Glanvill: Science, Religion, and Witchcraft”, Studies in History and Philosophy of Science, vol. 38, no. 3, pp. 493–505. https://doi.org/10.1016/j.shpsa.2007.06.002
). Por desgracia, sólo contamos con las cartas de este miembro de la Royal Society y no con las de la filósofa (p. 493Broad, Jacqueline, 2007, “Margaret Cavendish and Joseph Glanvill: Science, Religion, and Witchcraft”, Studies in History and Philosophy of Science, vol. 38, no. 3, pp. 493–505. https://doi.org/10.1016/j.shpsa.2007.06.002
). Por este motivo, no ahondaré en dicho intercambio epistolar y el análisis que ofreceré se apoya en lo que se sostiene en Philosophical Letters. Por su parte, Elmer menciona a Cavendish en Witchcraft, Witch-Hunting, and Politics in Early Modern England para aseverar que gran parte de su obra estaba influenciada por el
lenguaje de la demonología de la época. El autor trae a colación dos
poemas de Poems and Fancies (Poemas y fantasías) para
ejemplificar la influencia predominante de la brujería en el pensamiento
de Cavendish: “A Discourse of the Power of Devils” (“Un discurso sobre
el poder de los demonios”) y “Witches of Lapland” (“Brujas de Laponia”) (Elmer 2016, p. 98Elmer, Peter, 2016, Witchcraft, Witch-Hunting, and Politics in Early Modern England, Oxford University Press, Oxford.
). Asimismo, enfatiza el hecho de que Cavendish descreía de la brujería (p. 268Elmer, Peter, 2016, Witchcraft, Witch-Hunting, and Politics in Early Modern England, Oxford University Press, Oxford.
).
Por último, quien analiza los fundamentos ontológicos para este
descreimiento en la existencia de las brujas es Walters. Esta autora
enfatiza que la propia concepción de naturaleza de Cavendish es
contraria a la brujería. En el capítulo “Margaret Cavendish’s Fusion of
Renaissance Science, Magic and Fairy Lore” (“La fusión de la ciencia
renacentista, la magia y los cuentos de hadas en Margaret Cavendish”),
Walters explica por qué no existe la brujería en el universo que postula
Cavendish, un universo material que excluye la intervención de algo
inmaterial (Walters 2014Walters, Lisa, 2014, “Margaret Cavendish’s Fusion of Renaissance Science, Magic and Fairy Lore”, en Margaret Cavendish. Gender, Science and Politics, Cambridge University Press, Cambridge, pp. 100–137. https://doi.org/10.1017/CBO9781107588912.003
). No obstante, considero que queda un interrogante
sin resolver: ¿cómo pueden explicarse los fenómenos típicamente
clasificados como brujería? Porque el problema aquí es que la
materialidad de la naturaleza no explica de suyo los fenómenos
demonológicos. En este sentido, si bien valoramos el inmenso aporte de
Walters para la temática, no desarrolla cómo se podrían explicar las
historias de brujería que proliferaban en el contexto en que escribe la
filósofa. Dado el clima de la época, estas historias no eran algo que
podía dejar sin atender y limitarse a negar la acción de algo inmaterial
en la naturaleza. En sus cartas sobre brujería, Cavendish misma se
refiere a efectos inusuales de la naturaleza y a variaciones también
inusuales.
Así, este artículo pretende analizar en qué se basa Cavendish no sólo para sostener la inexistencia de la brujería, sino también para intentar explicar los casos que se consideraban tales. La filósofa los explica sin apelar a la brujería a partir de dos cuestiones: 1) un universo que es ordenado, pero con irregularidades y 2) un conocimiento humano limitado que no llega a explicar esos sucesos a partir de las causas naturales que efectivamente tienen. Con este objetivo analizaré la obra Philosophical Letters, que consiste en cartas ficticias que Cavendish escribe para una destinataria imaginaria. Allí son pocas las epístolas que versan estrictamente sobre brujería; de hecho, son sólo dos: la número 32 de la segunda sección y la número 16 de la tercera sección. A ellas me abocaré a continuación, según los dos ejes presentados.
2. Un universo material, pero no siempre regular
⌅Como
señalé, la primera carta sobre brujería es la número 32 de la segunda
sección, y en ella Cavendish escribe a una destinataria imaginaria,
aunque en realidad discute ideas de Henry More (1614–1687). En esta
carta, el primer argumento de Cavendish sostiene que no está convencida
de que el demonio pueda establecer contratos con los humanos —algo
crucial en la interpretación de la brujería (Levack 2013, p. 37Levack, Brian P., 2013, The Witch-Hunt in Early Modern Europe, 3ª ed., Routledge, Londres/Nueva York.
)—
y hacerlos capaces de dañar a otros. El pacto no sólo fundamentaba la
definición legal del crimen de brujería en diversas jurisdicciones, sino
que también actuaba como el vínculo principal entre la práctica de la
magia dañina y el presunto culto al diablo. En su sentido más completo,
una bruja era vista tanto como una hechicera maligna como una adoradora
del diablo, y el pacto era el medio que relacionaba estas dos
actividades (Levack 2013, p. 37Levack, Brian P., 2013, The Witch-Hunt in Early Modern Europe, 3ª ed., Routledge, Londres/Nueva York.
).
Es así que, al descartar el pacto, Cavendish niega la posibilidad de la
brujería misma. Su punto de partida es que todas las cosas inmateriales
—ya sean demonios, espíritus o ángeles— no son partes de la naturaleza.6De
manera similar, Cavendish afirma que, si existiera una criatura sin la
más mínima falla, sería una obra por encima de la naturaleza y se
consideraría un milagro. Es decir, lo que se consideraría milagroso es
algo que estaría más allá de lo natural (PPO, parte 5, cap. 59). En este sentido, parecería que no hay milagros en la naturaleza. Lamentablemente, la autora no ahonda en esta idea. Todas las cosas que son partes de la naturaleza son materiales, por lo
que las cosas inmateriales no pueden tener acciones naturales o realizar
una acción conjunta con criaturas naturales (PL 2, 32Cavendish, Margaret, 1664, Philosophical
Letters, or, Modest Reflections upon Some Opinions in Natural
Philosophy Maintained by Several Famous and Learned Authors of This Age,
Expressed by Way of Letters, Londres.
). Lo
anterior es completamente coherente si consideramos que, para Cavendish,
la naturaleza es igual a la materia infinita y eterna, que ella es todo
lo que hay y no hay absolutamente nada en la naturaleza que no sea
corpóreo (PL 2, 16Cavendish, Margaret, 1664, Philosophical
Letters, or, Modest Reflections upon Some Opinions in Natural
Philosophy Maintained by Several Famous and Learned Authors of This Age,
Expressed by Way of Letters, Londres.
). Sólo hay
una única materia, y este monismo es lo que excluye la acción de cosas
inmateriales en la naturaleza. Más aún, tampoco ocurre que lo material
pueda transformarse en inmaterial o viceversa (PL 1, 2Cavendish, Margaret, 1664, Philosophical
Letters, or, Modest Reflections upon Some Opinions in Natural
Philosophy Maintained by Several Famous and Learned Authors of This Age,
Expressed by Way of Letters, Londres.
). La
imposibilidad de interacción entre lo material y lo inmaterial rige
incluso para Dios, una vez instaurada la naturaleza. Esto es algo que
distingue a Cavendish de sus contemporáneos (Lascano 2023, p. 2Lascano, Marcy, 2023, The Metaphysics of Margaret Cavendish and Anne Conway. Monism, Vitalism, and Self-Motion, Oxford University Press, Nueva York. https://doi.org/10.1093/oso/9780197651636.001.0001
). Más aún, la materia no necesita de algo
inmaterial para moverse, y puede ser tanto animada como inanimada. La
materia animada se mueve por sí misma, mientras que la inanimada se
mueve con la ayuda de la animada (PL 1, 30Cavendish, Margaret, 1664, Philosophical
Letters, or, Modest Reflections upon Some Opinions in Natural
Philosophy Maintained by Several Famous and Learned Authors of This Age,
Expressed by Way of Letters, Londres.
). Sin
embargo, dado que siempre están juntas, la materia inanimada es movida
por la animada. La materia animada puede ser sensitiva o racional; la
parte sensitiva le otorga vida, y la parte racional conocimiento a cada
parte de la naturaleza. En definitiva, en su discusión sobre la brujería
Cavendish apela a su propia filosofía: la materia no necesita del
concurso de otra cosa para su movimiento y, sobre todo, no puede haber
acción conjunta de lo material y lo inmaterial. Si existe algún espíritu
inmaterial, como ángeles buenos y malos (PL 3, 21Cavendish, Margaret, 1664, Philosophical
Letters, or, Modest Reflections upon Some Opinions in Natural
Philosophy Maintained by Several Famous and Learned Authors of This Age,
Expressed by Way of Letters, Londres.
), éste debe ser sobrenatural.7Para un análisis del materialismo de Cavendish, Hobbes y More, véase Duncan 2012. Para un análisis de la brujería explicada en términos materialistas en Natural Pictures, véase Walters 2014. Por este motivo, es imposible atribuir algún tipo de acción al demonio en cualquier fenómeno de la naturaleza.
El
problema, afirma la filósofa en la misma carta, es que se adjudican los
fenómenos inusuales a espíritus inmateriales. Ejemplo de esto es el
mencionado Henry More. Este filósofo y teólogo partidario del platonismo
de Cambridge incluye en el tercer libro de su Antidote Against Atheism relatos de historias consideradas actos de brujería como evidencia de
la existencia de algo inmaterial. Ejemplo de estas historias son las
tempestades tras determinadas ceremonias —como lanzar piedras de
espaldas hacia el oeste, arrojar arena al aire, agitar orina o agua con
el dedo en un agujero en el suelo—. More considera todo esto una
previsión del diablo (quien hace trabajar a las brujas) o lo achaca al
poder del diablo en su reino del aire (More 1653, pp. 111–112More, Henry, 1653, An Antidote Against Atheism, Or an Appeal to the Natural Faculties of the Mind of Man, Whether there Be not a God, Londres.
).
Presenta varios testimonios puntuales al respecto, y también menciona
personas embrujadas o poseídas que podían predecir el futuro o describir
acciones o conversaciones distantes. Esto también lo atribuye a la
influencia del diablo, que controla el cuerpo y el alma del poseído para
realizar actos que superan la capacidad humana (pp. 115–116More, Henry, 1653, An Antidote Against Atheism, Or an Appeal to the Natural Faculties of the Mind of Man, Whether there Be not a God, Londres.
).
Asimismo, menciona ejemplos de personas embrujadas que han tenido bolas
de pelo, clavos, cuchillos y objetos similares incrustados en sus
cuerpos, además de otros efectos sobrenaturales (p. 119More, Henry, 1653, An Antidote Against Atheism, Or an Appeal to the Natural Faculties of the Mind of Man, Whether there Be not a God, Londres.
).
Si
bien Cavendish no menciona específicamente estas historias catalogadas
como hechos de brujería, sí lo hace en el caso de las narraciones de
otro texto del autor. En su Discourse, More relata historias de
cambios de humor a partir de determinada ingesta. Por ejemplo, alguien
que tomó sangre de gato empezó a comportarse como dicho animal. Lo mismo
otra persona con sangre de cerdo, cerebro de oso o, incluso, leche de
cabra (More 1656, pp. 8–9More, Henry, 1656, Enthusiasmus triumphatus, or, A Discourse of the Nature, Causes, Kinds, and Cure, of Enthusiasme, Parresiastes, Londres.
).
En estos casos, el autor no apela a explicaciones sobrenaturales, por
lo que Cavendish las considera muy probables. Cavendish retoma estos
casos de More de personas afectadas por determinada ingestión para
mostrar que, aunque sean naturales, no son regulares o usuales. Sostiene
que lo que no es regular, o al menos no usual, procede de un cambio de
movimiento irregular e inusual, como la concepción y la generación de un
monstruo.
Así, existen movimientos que se clasifican como
“regulares” y otros como “irregulares”. Nuestra autora utiliza el
término “irregulares” para describir los movimientos que no son comunes o
usuales, e indica que esta irregularidad se limita únicamente a partes
específicas de la naturaleza y no abarca a la naturaleza en su totalidad
(Lascano 2023, p. 58Lascano, Marcy, 2023, The Metaphysics of Margaret Cavendish and Anne Conway. Monism, Vitalism, and Self-Motion, Oxford University Press, Nueva York. https://doi.org/10.1093/oso/9780197651636.001.0001
). Entonces Cavendish propone una interpretación
alternativa para los hechos que supuestamente se atribuyen a las brujas:
plantea que estos sucesos son el resultado de fenómenos naturales
excepcionales (aunque también dirá, en PL 3, 16Cavendish, Margaret, 1664, Philosophical
Letters, or, Modest Reflections upon Some Opinions in Natural
Philosophy Maintained by Several Famous and Learned Authors of This Age,
Expressed by Way of Letters, Londres.
, que
algunas veces son producto del arte y el engaño). En otras palabras, los
procesos inusuales son causados por los movimientos irregulares de la
naturaleza (PL 2, 32Cavendish, Margaret, 1664, Philosophical
Letters, or, Modest Reflections upon Some Opinions in Natural
Philosophy Maintained by Several Famous and Learned Authors of This Age,
Expressed by Way of Letters, Londres.
). En
resumen, en esta carta Cavendish aborda las historias de personas a las
que la comida les causó efectos extraños para indicar que en ellas no
hay participación de ninguna causa inmaterial. Y, aunque naturales, no
son causas regulares ni usuales. Este razonamiento también puede
aplicarse a los sucesos que More sí consideraba actos de brujería; son
los sucesos narrados en Antidote Against Atheism como las
tempestades y los encantamientos, y que Cavendish ni siquiera considera
necesario explicitar, aunque dice que son historias en las que, tal como
las explica More, ella no puede creer.
En la carta 16 de la
tercera sección, Cavendish vuelve a ocuparse del tema de la brujería,
pero ahora con otro autor en mente: Jan Baptist van Helmont (1579–1644).
Este médico y filósofo se centra en historias que considera casos de
brujería en su A Ternary of Paradoxes. Allí se refiere
principalmente a la muerte o al daño causado por las supuestas brujas a
animales o a seres humanos. Cavendish resume la posición de van Helmont
sosteniendo que, para el autor, el acto de la bruja es natural, pero la
activación de su poder viene del demonio (PL 3,16Cavendish, Margaret, 1664, Philosophical
Letters, or, Modest Reflections upon Some Opinions in Natural
Philosophy Maintained by Several Famous and Learned Authors of This Age,
Expressed by Way of Letters, Londres.
), algo que él mismo afirma de manera explícita (van Helmont 1650, p. 63Van Helmont, Jan Baptist, 1650, A Ternary of Paradoxes. The Magnetick Cure of Wounds: The Nativity of Tartar in Wine. The Image of God in Man, Flesher, Londres.
).
Como prueba de actos de brujería, van Helmont nos propone un ejemplo:
cuando el corazón de un caballo estrangulado por una bruja es empalado
en una flecha y asado o carbonizado, la bruja misma es atormentada por
el fuego de manera insufrible y cruel. Esto sólo puede ocurrir si
previamente hubo una unión recíproca del espíritu de la bruja con el
espíritu del caballo. Después de la estrangulación, el caballo retiene
una virtud que no se encuentra en los cuerpos que han muerto por
enfermedades crónicas u otras irregularidades. Entonces, en el corazón
aún caliente, el espíritu de la bruja es encarcelado y mantenido cautivo
antes de que pueda regresar a su ser debido a la putrefacción. Esto
provoca una horrible agonía en la bruja. Para van Helmont, el resultado
de este efecto puede interpretarse de manera diferente según la
intención del experimento: si es por venganza, es inaceptable para las
reglas del cristianismo; pero si es para obligar a la bruja a delatarse a
sí misma, para llevarla ante la justicia y para asegurar la seguridad
del prójimo y de uno mismo, entonces el efecto no puede ser condenado (van Helmont1650, pp. 63–64Van Helmont, Jan Baptist, 1650, A Ternary of Paradoxes. The Magnetick Cure of Wounds: The Nativity of Tartar in Wine. The Image of God in Man, Flesher, Londres.
).
Lo anterior demostraría que se transmite un flujo espiritual, o un
destello de virtud mágica, desde la bruja hacia el ser humano o hacia el
caballo a destruir, según el axioma de que ninguna acción puede
llevarse a cabo sin una adecuada aproximación del agente al paciente y
una unión recíproca de las virtudes de ambos (p. 63Van Helmont, Jan Baptist, 1650, A Ternary of Paradoxes. The Magnetick Cure of Wounds: The Nativity of Tartar in Wine. The Image of God in Man, Flesher, Londres.
).
Al
respecto, Cavendish no se detiene a explicar los ejemplos que cita el
autor; se limita a afirmar que no comprende lo que éste quiere decir con
esos supuestos rayos que salen de la bruja, pero que, basada en su
sentido y razón, puede aseverar la existencia de lo que se denomina
“brujería natural”, la cual se refiere a los movimientos sensitivos y
racionales entre distintas criaturas. Estos movimientos son a veces
inusuales y extraños para nosotros porque no conocemos sus causas (ya
que ninguna criatura conoce todos los movimientos de la naturaleza); y,
ante esta situación, muchas veces tendemos a atribuir sus efectos al
diablo. Así, se cree que el diablo estableció un pacto con algunos
humanos y, mediante éste, ellos pueden hechizar a otras criaturas.
Cavendish simplemente considera que lo anterior no es algo en lo que
pueda creer (PL 3, 16Cavendish, Margaret, 1664, Philosophical
Letters, or, Modest Reflections upon Some Opinions in Natural
Philosophy Maintained by Several Famous and Learned Authors of This Age,
Expressed by Way of Letters, Londres.
). Aquí, de
nuevo no especifica cuáles son los actos juzgados como brujería por el
autor (como el mencionado caso del caballo estrangulado). En cambio,
vuelve a traer a colación hechos irregulares sin concurso de algo
sobrenatural, como también había señalado en la carta referida a More.
Por ejemplo, la historia del sangrado de un cuerpo asesinado en
presencia del asesino. Este suceso responde a un proceso llamado
cruentación, el sangrado de un cadáver ante la presencia de quien lo
asesinó. Éste constituía uno de los procedimientos medievales que se
utilizaban para recabar pruebas contra sospechosos de homicidio. Lo
importante de este hecho es que era algo irregular o inusual, pero no se
lo explicaba mediante causas sobrenaturales. Entonces, la estrategia de
Cavendish (aunque no de manera muy sistemática) es la misma. Señala
casos en los que el autor admite una irregularidad natural y esto nos
permite comprender los supuestos casos de brujería en el mismo grupo. Es
decir, el ejemplo lo toma para aseverar que se trata de un efecto
natural, por más extraordinario que sea. De manera conjunta, en esta
misma carta la autora también reconoce que muchos casos considerados
brujería son sólo trucos o ilusionismo y, por ende, no son más que
nimiedades (trifles) (PL 3, 16Cavendish, Margaret, 1664, Philosophical
Letters, or, Modest Reflections upon Some Opinions in Natural
Philosophy Maintained by Several Famous and Learned Authors of This Age,
Expressed by Way of Letters, Londres.
). En
resumen, en la segunda carta sobre brujería la autora vuelve a descartar
cualquier tipo de pacto con el demonio y los actos calificados de
brujería se explican como una irregularidad, como movimientos inusuales.
Cavendish vuelve a negar que estas historias puedan explicarse con
causas inmateriales.
Antes de avanzar en el desarrollo de la temática, es necesario profundizar en la discusión sobre la irregularidad en la filosofía de Cavendish. Esto es importante porque la mayoría de los casos catalogados como brujería —a excepción de los trucos o ilusionismos— se explican como irregularidades. Al respecto, existen dos líneas interpretativas contrapuestas: la línea ontológica y la gnoseológica. Para la primera, la irregularidad es algo que sucede efectivamente en la realidad. En contraste, para la interpretación gnoseológica la irregularidad no es más que una apreciación humana que se explica por la limitación de nuestro conocimiento. Así, la pregunta relevante para nuestro tema es si los sucesos clasificados como brujería son realmente irregularidades o simplemente parecen serlo. La dificultad radica en que existen distintos pasajes que avalan ambas interpretaciones. Si nos guiamos por los ejemplos que ofrece en una de las dos cartas en las que se refiere a la brujería, la 16 de la tercera sección, la irregularidad parecería ser ontológica. Allí se dice:
Porque la naturaleza tiene tanto acciones comunes como singulares o particulares. Por ejemplo, la locura, la idiotez [Folly]
natural y muchos otros similares, sólo se encuentran en algunas
personas particulares; porque si esas acciones fueran generales y
comunes, entonces todos o la mayoría de los humanos serían o locos o
idiotas, pero aunque ya existan demasiados, no todos los humanos son
así.8“[F]or
Nature hath both common, and singular or particular actions: As for
example, Madness, natural Folly, and many the like, are but in some
particular persons; for if those actions were general, and common, then
all, or most men would be either mad, or fools, but, though there are
too many already, yet all men are not so”. (PL 3, 16Cavendish, Margaret, 1664, Philosophical
Letters, or, Modest Reflections upon Some Opinions in Natural
Philosophy Maintained by Several Famous and Learned Authors of This Age,
Expressed by Way of Letters, Londres.
)
Es decir, según lo que podemos observar en el pasaje anterior, la irregularidad parecería ser algo singular y particular, pero no irreal. Los ejemplos son la locura y la idiotez (folly) natural, que se encuentran únicamente en ciertas personas particulares; y si bien hay muchos casos, no es algo generalizado. Pero el punto es que estas irregularidades no se deben a una limitación de nuestro conocimiento. Más adelante, en otra carta, incluso lo afirma de manera explícita, aunque no sin ambigüedades. Allí hace referencia a otra postura de van Helmont. Retoma relatos de este autor en los cuales, tras presenciar escenas terribles y crueles, como ejecuciones de criminales y desmembramientos, mujeres embarazadas habían dado a luz a niños monstruosos, carentes de ciertos miembros, en consonancia con lo que habían presenciado. Al respecto Cavendish sostiene:
Las criaturas no siempre se forman perfectas; porque a veces la naturaleza trabaja de manera irregular,
por lo cual un niño puede nacer defectuoso en algún miembro u otro […].
Sin embargo, esto sigue siendo natural, aunque irregular para nosotras […]. Pero, como dije anteriormente, esos nacimientos son causados por movimientos irregulares y no son frecuentes ni ordinarios; porque si ante cada visión extraña u
objeto cruel, una mujer embarazada produjera tales efectos, los
monstruos serían más frecuentes de lo que son. En resumen, la naturaleza
ama la variedad, y ésta es la causa de todos los efectos naturales
extraños e inusuales.9“[A]ll
Creatures are not always formed perfect; for Nature works irregularly
sometimes, wherefore a Child may be born defective in some member or
other […]; but this is nevertheless natural, although irregular to us
[…]. But, as I said above, those births are caused by irregular motions,
and are not frequent and ordinary; for if upon every strange sight, or
cruel object, a Child-bearing-woman should produce such effects,
Monsters would be more frequent then they are. In short, Nature loves
variety, and this is the cause of all strange and unusual natural
effects”. Si bien en el original “to us” no tiene marca de género,
optamos por la traducción en femenino porque Cavendish parece referirse
allí a ella y su destinataria. (PL 3, 37Cavendish, Margaret, 1664, Philosophical
Letters, or, Modest Reflections upon Some Opinions in Natural
Philosophy Maintained by Several Famous and Learned Authors of This Age,
Expressed by Way of Letters, Londres.
; las cursivas son mías.)
Es
decir, en este pasaje la variedad e irregularidad se las adjudica a la
naturaleza, excepto por esa confusa aclaración “para nosotras”, que
parece remitir la irregularidad a algo gnoseológico. Sin embargo,
también podemos hallar afirmaciones que indican completamente lo
opuesto. De hecho, autores como Marcy Lascano encuentran pasajes muy
elocuentes en apoyo de la interpretación gnoseológica (Lascano 2023, p. 59Lascano, Marcy, 2023, The Metaphysics of Margaret Cavendish and Anne Conway. Monism, Vitalism, and Self-Motion, Oxford University Press, Nueva York. https://doi.org/10.1093/oso/9780197651636.001.0001
), como, por ejemplo, cuando Cavendish asevera:
“Tales acciones que son diferentes, contrarias y opuestas, dado que no
siempre éstas se mueven según su manera usual y habitual, las llamo
irregulares, a falta de una mejor expresión. Pero, propiamente, no
existe tal cosa como irregularidad en la naturaleza”10“Such
actions which are different, cross and opposite, not moving always
after their usual and accustomed way, I name Irregular, for want of a
better expression; but properly there is no such thing as Irregularity
in Nature”. (PL 4, 33Cavendish, Margaret, 1664, Philosophical
Letters, or, Modest Reflections upon Some Opinions in Natural
Philosophy Maintained by Several Famous and Learned Authors of This Age,
Expressed by Way of Letters, Londres.
). A esta
clase de interpretación se suma también David Cunning, quien resalta que
el par de términos “regular/irregular” en realidad corresponde a
nociones humanas que categorizan y distinguen los movimientos de la
naturaleza (Cunning 2016, pp. 153–157Cunning, David, 2016, Cavendish. Arguments of the Philosophers, Routledge, Londres/Nueva York. https://doi.org/10.4324/9781315657929ca
). En otras palabras, para este autor no hay irregularidad o desorden en la naturaleza (p. 185Cunning, David, 2016, Cavendish. Arguments of the Philosophers, Routledge, Londres/Nueva York. https://doi.org/10.4324/9781315657929ca
). Lascano va un paso más allá al señalar que la
irregularidad o regularidad de un movimiento depende de cada individuo,
según su tipo y constitución. Sin embargo, esto no implica que los
movimientos sean intrínsecamente regulares o irregulares en sí mismos (Lascano 2023, p. 60Lascano, Marcy, 2023, The Metaphysics of Margaret Cavendish and Anne Conway. Monism, Vitalism, and Self-Motion, Oxford University Press, Nueva York. https://doi.org/10.1093/oso/9780197651636.001.0001
). De esta lectura gnoseológica se distancia
Deborah Boyle, quien de manera muy asertiva sostiene que si las partes
no se mueven como debieran, lo que tenemos es desorden e irregularidad,
una irregularidad que es ontológica (Boyle 2018, pp. 23–29Boyle, Deborah, 2018, The Well-Ordered Universe: The Philosophy of Margaret Cavendish, Oxford University Press, Nueva York.
).11De manera similar lo hace Detlefsen 2007 (p. 177). Asimismo, se encuentra en este grupo Lisa Walters, para quien incluso las irregularidades son buenas para el todo (Walters 2014, pp. 85–86). La lectura gnoseológica, o lo
que Boyle llama del “no verdadero desorden”, no logra explicar los casos
en los que Cavendish sostiene que las irregularidades son genuinos
errores de la naturaleza (p. 26Boyle, Deborah, 2018, The Well-Ordered Universe: The Philosophy of Margaret Cavendish, Oxford University Press, Nueva York.
). Entre ellos, podemos agregar, se encuentran los casos que aparecen en los pasajes citados de PL 3, 16Cavendish, Margaret, 1664, Philosophical
Letters, or, Modest Reflections upon Some Opinions in Natural
Philosophy Maintained by Several Famous and Learned Authors of This Age,
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y PL 3, 37Cavendish, Margaret, 1664, Philosophical
Letters, or, Modest Reflections upon Some Opinions in Natural
Philosophy Maintained by Several Famous and Learned Authors of This Age,
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: locura, idiotez y malformación de miembros.12Para
un análisis de la temática en la escolástica tardía, véase el capítulo
de Silvia Manzo “Monsters, Laws of Nature, and Teleology in Late
Scholastic Textbooks”. Para la autora, mientras que en la escolástica
tardía el nacimiento de los monstruos se explicaba con la sustitución de
las intenciones primarias y regulares de la naturaleza por secundarias,
las narrativas modernas explicaban la descendencia irregular mediante
un conjunto de leyes inviolables, diferentes de las que se aplicaban a
la regular. Los filósofos de esa época tendían a considerar que, al ser
formulaciones que registraban las regularidades observadas en ella, las
leyes de la naturaleza establecían una constancia en su funcionamiento y
se aplicaban sin excepciones (Manzo 2019, pp. 86–87). En resumen, para la lectura
gnoseológica las irregularidades lo son sólo desde nuestra propia
perspectiva cognitiva. En cambio, para Boyle, Cavendish no niega que
haya irregularidades en la naturaleza (Boyle 2018, p. 28Boyle, Deborah, 2018, The Well-Ordered Universe: The Philosophy of Margaret Cavendish, Oxford University Press, Nueva York.
).
Por
mi parte, considero que la lectura ontológica es la más adecuada no
sólo porque Cavendish afirma que es la propia naturaleza la que trabaja
de manera irregular, como en PL 3, 1Cavendish, Margaret, 1664, Philosophical
Letters, or, Modest Reflections upon Some Opinions in Natural
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, donde dice
que algunas acciones de la naturaleza son regulares y otras
irregulares, ya que por momentos también parece sugerir lo contrario.
Sino que, sobre todo, me parece más razonable esa hipótesis porque se
adecua mejor a los casos concretos que Cavendish presenta como
irregularidades en las cartas sobre brujería: la concepción y generación
de un monstruo, la idiotez natural, la locura y los actos catalogados
como brujería. Allí los considera irregularidades realmente existentes.
Ahora bien, aunque concuerdo con la lectura ontológica de Boyle, si
atendemos el contexto de la filósofa, es decir, la Inglaterra de la
temprana modernidad, es pertinente agregar que la irregularidad no era
tan poco común como podemos pensar. Los aspectos inusuales y anormales
del mundo físico fueron ampliamente atendidos en la modernidad temprana.
Cavendish misma retoma las historias de supuesta brujería y es
consciente de que son numerosísimas. En otras palabras, la irregularidad
no era comparable a la aparición de un cometa cada muchos años, sino
que era un acontecimiento relativamente común en la vida cotidiana. Por
lo anterior, creo que la propuesta de Cavendish podría enmarcarse en lo
que se ha denominado una regularidad débil, una regularidad por la que
el mundo es ordenado, pero que admite excepciones. En este sentido,
coincido con la lectura de Michael Bennett McNulty, para quien el orden
consiste en el equilibrio entre las infinitas variedades de la
naturaleza (McNulty 2018, p. 220McNulty, Michael Bennett, 2018, “Margaret Cavendish on the Order and Infinitude of Nature”, History of Philosophy Quarterly, vol. 3, no. 35, pp. 219–240. https://doi.org/10.2307/48563633
). Así, la regularidad no es equivalente al orden,
ya que un mundo ordenado debe contar tanto con regularidades como con
irregularidades (p. 229McNulty, Michael Bennett, 2018, “Margaret Cavendish on the Order and Infinitude of Nature”, History of Philosophy Quarterly, vol. 3, no. 35, pp. 219–240. https://doi.org/10.2307/48563633
).
Ahora bien, plantear posibles excepciones a
la regularidad posiciona a Cavendish en un lugar poco común entre sus
contemporáneos, quienes tenían una noción más fuerte de regularidad.13Manzo
sugiere que la naturaleza menos excepcional de las leyes naturales
propuestas por los filósofos naturales podría interpretarse como un
cambio de énfasis desde la fuerza que la escolástica tardía asignaba a
la teleología hacia la regularidad natural. Esto llevaría a Descartes y a
otros a rechazar por completo el concepto de monstruos que heredaron y a
no considerarlos errores, sino sucesos naturales que siguen las leyes
ordinarias de la naturaleza (Manzo 2019, pp. 87–88). Por lo anterior, Cavendish se distanciaría de sus contemporáneos. De hecho, en el pasaje mencionado sobre la locura y la idiotez natural,
sostiene que se limitan a algunos individuos específicos, aunque ya existan demasiados (PL 3, 16Cavendish, Margaret, 1664, Philosophical
Letters, or, Modest Reflections upon Some Opinions in Natural
Philosophy Maintained by Several Famous and Learned Authors of This Age,
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). Dicho de
otro modo, si bien no es algo general, sí es algo de lo que tenemos
muchos ejemplos. Cavendish incluso hace referencia a las enfermedades
como movimientos irregulares (PL 3, 23Cavendish, Margaret, 1664, Philosophical
Letters, or, Modest Reflections upon Some Opinions in Natural
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), y no
podríamos considerarlas sucesos de lo más excepcionales. Pero, volviendo
a la brujería, si tenemos en cuenta el contexto de su enunciación,
podemos ver que la demonología de la época contaba con numerosos
registros de irregularidades.
En resumen, Cavendish postula una regularidad que incluye la excepción a la regla sin necesidad de apelar a algo inmaterial y que abre la posibilidad de explicar los casos de brujería como posibles irregularidades. En esto se distancia de los dos referentes en sus cartas sobre brujería: More y van Helmont. Más aún, la materialidad de las irregularidades —el hecho de que no necesitan el concurso de nada inmaterial para que sucedan— le otorga a éstas un carácter natural: son tan naturales y tan parte de la naturaleza como las regularidades. Sus causas, aunque están por fuera de lo regular, no se hallan por fuera de lo material y de lo natural. Además, esta naturaleza que incluye lo irregular en un sentido ontológico —lo que la distancia de la mayoría de sus contemporáneos— se complementa con una concepción del conocimiento humano como limitado. A esto también va a apelar Cavendish para dar cuenta de los casos de brujería.
3. Conocimiento humano limitado
⌅Ahora bien, como se ha señalado, Cavendish no sólo niega la brujería, sino que busca explicar los casos denominados como tales. Para lo anterior, no basta con excluir cualquier acción inmaterial y plantear una irregularidad natural. Pues, ¿qué nos impide conocer absolutamente la totalidad de lo que es material, incluidas las irregularidades? En otras palabras, para dar cuenta de las historias de brujería, Cavendish tiene que esclarecer por qué, la mayoría de las veces, no podemos explicarlas.
En la primera carta sobre brujería, la 32 de la
segunda sección, la filósofa sólo se atreve a afirmar que, entre las
cosas que podemos conocer, algunas le parecen muy probables. Inmediatamente después de describir los relatos de More en su Discourse of Enthusiasm sobre los efectos extraños que la comida puede causar en humanos —por
ejemplo, el mencionado caso de alguien que tomó sangre de gato y empezó a
comportarse como si fuera uno— asevera que cree que estas historias son verdaderas. Y aunque no sean regulares, son naturales, tal como
sucede en la concepción y generación de los monstruos. La explicación es
que la comida puede cambiar inusualmente el humor de una persona (PL 2, 32Cavendish, Margaret, 1664, Philosophical
Letters, or, Modest Reflections upon Some Opinions in Natural
Philosophy Maintained by Several Famous and Learned Authors of This Age,
Expressed by Way of Letters, Londres.
). En
principio, aquí parecería haber un cambio de postura: primero dice que
las historias le parecen muy probables y luego afirma que las cree
verdaderas. Sin embargo, no hay tal cambio porque debemos considerar
que, para Cavendish, la probabilidad es el mayor grado que podemos
alcanzar en relación con las cosas que somos capaces de conocer en
filosofía natural; y, cuando se refiere a “verdad”, lo hace en el
sentido de “probabilidad de verdad”. Es decir, Cavendish quiere explicar
los casos que se consideran irregularidades a partir de su posición
escéptica moderada. En el contexto británico del siglo
xvii, la versión del escepticismo académico que
predominaba, sobre todo en los comienzos de la Royal Society, era la
doctrina del probabilismo.14Para un análisis detallado del escepticismo académico en los inicios de la Royal Society, véase Hill 2016. Asimismo, debemos tener en
cuenta que Cavendish no se define como escéptica más allá de la fuerte
afinidad entre sus opiniones y el escepticismo moderado de autores
contemporáneos y posteriores (Calvente 2023, p. 111Calvente, Sofía, 2023, “La crítica de Margaret Cavendish a la filosofía experimental a la luz de su metafísica”, Daimon: Revista Internacional de Filosofía, no. 89, pp. 99–115. https://doi.org/10.6018/daimon.469741
). Sin definirse de tal modo, podemos señalar innumerables pasajes que la posicionan dentro del escepticismo;15Sigo en este punto la lectura de Manzo según la cual Cavendish debe considerarse parte del canon del escepticismo moderno (Manzo 2023, p. 96). Entre quienes consideran a Cavendish escéptica también se encuentran Clucas 2003, Calvente 2023, Broad 2007, Boyle 2015, Hock 2018 y Sherman 2021. Otros autores, como Lisa Sarasohn, consideran que
Cavendish abandonó su escepticismo original para poder ser tomada
seriamente (Sarasohn 2010, p. 74). más puntualmente, dentro del
escepticismo moderado, ya que lo máximo a lo que podemos aspirar es a la
probabilidad y no a la certeza absoluta (Popkin 1983, p. 201Popkin, Richard, 1983, La historia del escepticismo desde Erasmo hasta Spinoza, Fondo de Cultura Económica, México.
).
Por esto último, sostengo que Cavendish abraza el escepticismo moderado
de índole probabilista. En este sentido, su escepticismo no se refiere a
la evidencia de los actos señalados como brujería, sino a nuestra
capacidad de explicar esa evidencia según las propias causas naturales
que tiene y de arribar a una verdad con certeza absoluta.
En PL 4, 27Cavendish, Margaret, 1664, Philosophical
Letters, or, Modest Reflections upon Some Opinions in Natural
Philosophy Maintained by Several Famous and Learned Authors of This Age,
Expressed by Way of Letters, Londres.
, carta en
la que se refiere a la verdad en la filosofía natural, sostiene que allí
la verdad indiscutible es como la piedra filosofal en la alquimia.
Ambas son inalcanzables pero útiles en la medida en que su búsqueda ha
llevado a descubrimientos significativos que han enriquecido nuestra
comprensión del mundo y mejorado nuestra calidad de vida:
Aunque
los filósofos naturales no puedan descubrir ni la verdad absoluta de la
naturaleza, ni los fundamentos de la naturaleza, ni las causas ocultas
de los efectos naturales, han descubierto muchas artes y ciencias
necesarias y provechosas que benefician la vida del ser humano. Porque
sin filosofía natural habríamos vivido en la oscuridad de la ignorancia,
sin conocer los movimientos de los cielos, la causa de los eclipses,
las influencias de las estrellas, el uso de los números, medidas y
pesos, las virtudes y efectos de las plantas y minerales, el arte de la
arquitectura, la navegación, y cosas similares.16“[A]lthough
Natural Philosophers cannot find out the absolute truth of Nature, or
Natures ground-works, or the hidden causes of natural effects;
nevertheless they have found out many necessary and profitable Arts and
Sciences, to benefit the life of man; for without Natural Philosophy we
should have lived in dark ignorance, not knowing the motions of the
Heavens, the cause of the Eclipses, the influences of the Stars, the use
of Numbers, Measures, and Weights, the vertues and effects of
Vegetables and Minerals, the Art of Architecture, Navigation, and the
like”. (PL 4, 27Cavendish, Margaret, 1664, Philosophical
Letters, or, Modest Reflections upon Some Opinions in Natural
Philosophy Maintained by Several Famous and Learned Authors of This Age,
Expressed by Way of Letters, Londres.
)
Aun
cuando nunca alcancemos la verdad absoluta, aumentamos nuestro
conocimiento mediante la investigación. Al mismo tiempo sostiene que,
aunque no podamos revelar las causas ocultas, su investigación nos lleva
a efectos visibles. Si bien Cavendish no se detiene a explicar en qué
consisten las causas ocultas, por sus menciones podemos sostener que son
causas que, aunque naturales, no conocemos ni podemos llegar a conocer.
Ellas ponen de manifiesto la limitación del conocimiento humano. Entre
ellas parecerían encontrarse las causas de algunos sucesos inusuales o
irregulares, es decir, los movimientos irregulares de la naturaleza
parecerían ser parte del conjunto de las causas ocultas. Así, rechazar
la investigación en filosofía natural por insuficiente, porque nunca
alcanzaremos la verdad absoluta, sería tan tonto, según ella, como
rechazar los medicamentos porque sólo nos permiten huir de la muerte por
un rato. De nuevo, a lo único que puede aspirar la filosofía natural es
a la probabilidad (PL 4, 27Cavendish, Margaret, 1664, Philosophical
Letters, or, Modest Reflections upon Some Opinions in Natural
Philosophy Maintained by Several Famous and Learned Authors of This Age,
Expressed by Way of Letters, Londres.
). Es así que, según su postura probabilística, nunca llegamos a una verdad absoluta, sino a lo sumo a un grado de probabilidad.
De
manera similar, en la primera carta sobre brujería, y después de negar
la existencia de seres inmateriales, sostiene que “Hay muchas cosas en
la naturaleza de las cuales el ser humano no tiene conocimiento alguno” (PL 2, 32Cavendish, Margaret, 1664, Philosophical
Letters, or, Modest Reflections upon Some Opinions in Natural
Philosophy Maintained by Several Famous and Learned Authors of This Age,
Expressed by Way of Letters, Londres.
).17“There are many things in Nature, whereof Man hath no knowledg [sic en original] at all”. Esta frase deja entrever varias cuestiones. Si hay muchas cosas en la
naturaleza de las que el ser humano no tiene conocimiento para nada,
entonces hay otras sobre las que sí tiene conocimiento (aunque sólo sea
un conocimiento probable), porque el pasaje menciona muchas, pero no
todas las cosas. Es decir, no hay una ignorancia total de las partes de
la naturaleza, por lo que Cavendish no sostiene un escepticismo absoluto
(Manzo 2023, p. 99Manzo, Silvia, 2023, “Margaret Cavendish acerca del escepticismo, los sueños y la fantasía (fancy)”, Ideas y Valores, no. 72, supl. 10, pp. 93–115. https://doi.org/10.15446/ideasyvalores.v72n10Supl.111010
).18En esto Cavendish parece distanciarse de algunas obras de juventud, como The Worlds Olio (Manzo 2023, p. 97). Lo que sí niega es que las partes de la naturaleza tengan un conocimiento total.19Sobre los errores de las partes de la naturaleza, véase PL 4, 28. Al respecto, puede consultarse Michaelian 2009. Y, en particular, niega que los
seres humanos conozcamos todas las cosas: “ninguna criatura particular
en la naturaleza puede tener un conocimiento exacto o perfecto de las
cosas naturales y, por lo tanto, las opiniones no pueden ser verdades
infalibles, aunque puedan parecer probables; porque ¿cómo es posible que
una sola criatura finita pueda conocer las innumerables variedades y
acciones ocultas de la naturaleza?”20“[N]o
particular Creature in Nature can have any exact or perfect knowledg
[sic en original] of Natural things, and therefore opinions cannot be
infallible truths, although they may seem probable; for how is it
possible that a single finite Creature should know the numberless
varieties and hidden actions of Nature?” (PL 3, 3Cavendish, Margaret, 1664, Philosophical
Letters, or, Modest Reflections upon Some Opinions in Natural
Philosophy Maintained by Several Famous and Learned Authors of This Age,
Expressed by Way of Letters, Londres.
). Entonces,
no podemos tener un conocimiento perfecto y sólo podemos aspirar a la
probabilidad, ya que sólo somos una parte finita de la naturaleza.
Como mencioné, no se pueden encontrar en la filosofía natural las causas ocultas de los efectos naturales (PL 4, 27Cavendish, Margaret, 1664, Philosophical
Letters, or, Modest Reflections upon Some Opinions in Natural
Philosophy Maintained by Several Famous and Learned Authors of This Age,
Expressed by Way of Letters, Londres.
); pero esto
no los hace menos naturales ni menos reales. Asimismo, dentro de lo que
podemos conocer, sólo alcanzamos grados de probabilidad. Esta postura
la autoriza a no negar la verdad de las historias sobre brujería. Por el
contrario, su escepticismo moderado le permite afirmar que los casos
irregulares son probables, y que esos sucesos consisten en general en
irregularidades de las que no podemos conocer sus causas, es decir, la
autora apela a nuestra ignorancia en cuanto partes finitas de la
naturaleza.
Ahora bien, a diferencia de la primera carta sobre
brujería, en la que Cavendish dice, al referirse a las historias de
brujería del Discourse de More, que no puede creer en ninguna de
ellas, en la segunda carta sobre brujería le pone un nombre a los
movimientos de la materia que nos son desconocidos: magia natural (PL 3, 16Cavendish, Margaret, 1664, Philosophical
Letters, or, Modest Reflections upon Some Opinions in Natural
Philosophy Maintained by Several Famous and Learned Authors of This Age,
Expressed by Way of Letters, Londres.
).21Cabe
considerar que la distinción crucial en la época moderna temprana no se
centraba en una esperada separación entre ciencia y magia, sino más
bien en la diferencia entre dos formas de magia: demoníaca y natural.
Así, a pesar de las consideraciones éticas y políticas, la magia natural
se convertía en un punto de referencia fundamental para los teóricos de
la brujería en la ciencia de esa época (Clark 1997, p. 234). En este sentido, Cavendish conservaría el término “magia natural” en su
acepción convencional, que se refería a la observación y la acción,
sobre todo en la cultura popular, de propiedades ocultas en la
naturaleza, sin implicar la intervención de fuerzas demoníacas. Es así
que amalgama y fusiona la brujería con la tradición de la magia natural,
planteando que ambas representan el mismo principio: reflejan las
complejidades de la materia y la corporalidad en lugar de cualquier tipo
de influencia sobrenatural o espiritual (Walters 2014, pp. 103–104Walters, Lisa, 2014, “Margaret Cavendish’s Fusion of Renaissance Science, Magic and Fairy Lore”, en Margaret Cavendish. Gender, Science and Politics, Cambridge University Press, Cambridge, pp. 100–137. https://doi.org/10.1017/CBO9781107588912.003
).
Es decir, Cavendish asevera que la magia
natural tiene lugar cuando la materia sensitiva y la racional se mueven
de manera irregular. Por ejemplo, el mencionado caso de cruentación, en
el que, por más irregular que sea, no se apelaba a un pacto demoníaco
para explicarlo. Esto, señala Cavendish, es algo que el propio van
Helmont sostiene. Entonces, en las historias de sucesos irregulares,
Cavendish apela a otras causas —aunque algunas desconocidas— y evita las
causas inmateriales; ya que, de nuevo, sería un gran sinsentido (a great folly)
explicar los efectos inusuales de la naturaleza por medio de la acción
de seres inmateriales. Sin necesidad de recurrir a espíritus
inmateriales, sostiene que la naturaleza exhibe tanta variedad que nos
presenta figuras no familiares a nuestros sentidos externos (PL 2, 32Cavendish, Margaret, 1664, Philosophical
Letters, or, Modest Reflections upon Some Opinions in Natural
Philosophy Maintained by Several Famous and Learned Authors of This Age,
Expressed by Way of Letters, Londres.
). Lo que
tenemos aquí es un argumento recurrente que se suma a su apelación a la
irregularidad; hay un contraste entre la infinitud de la naturaleza y la
finitud de la mente humana, al margen de la posible falibilidad de las
capacidades humanas (Manzo 2023, p. 113Manzo, Silvia, 2023, “Margaret Cavendish acerca del escepticismo, los sueños y la fantasía (fancy)”, Ideas y Valores, no. 72, supl. 10, pp. 93–115. https://doi.org/10.15446/ideasyvalores.v72n10Supl.111010
; Acevedo-Zapata 2017, p. 282Acevedo-Zapata, Diana María, 2017, “Margaret Cavendish. Escritura, estilo y filosofía natural”, Kriterion: Revista de Filosofia, vol. 58, no. 137, pp. 271–290. https://doi.org/10.1590/0100-512x2017n13703dmaz
).
lo
que una parte ignora, otra parte lo sabe, y lo que una parte sabe, la
otra parte lo ignora. De modo que, a menos que todas las partes de la
materia infinita se unan en una sola criatura, nunca puede haber un
conocimiento perfecto de todas las cosas en la naturaleza en una
criatura particular. Por lo tanto, nunca aspiraré a tal conocimiento,
sino que me contentaré con este pequeño conocimiento particular. (PL 3, 43Cavendish, Margaret, 1664, Philosophical
Letters, or, Modest Reflections upon Some Opinions in Natural
Philosophy Maintained by Several Famous and Learned Authors of This Age,
Expressed by Way of Letters, Londres.
)22“[W]hat
one part is ignorant of, another part is knowing, and what one part is
knowing, another part is ignorant thereof; so that unless all the Parts
of Infinite Matter were joined into one Creature, there can never be in
one particular Creature a perfect knowledg of all things in Nature.
Wherefore I shall never aspire to any such knowledge [sic en original],
but be content with that little particular knowledg [sic en original]”.
Cavendish sostiene que de los movimientos que nos resultan inusuales y extraños no sabemos sus causas porque ninguna criatura conoce todos los movimientos de la naturaleza. Así, esquiva la trampa de aspirar a ese conocimiento total. Esa aspiración lleva a muchos autores a postular causas inmateriales porque no se contentan con el conocimiento al que pueden llegar, y ven brujas donde no las hay. Entonces, lo que vale para los sucesos irregulares considerados naturales también vale para las irregularidades consideradas brujerías: implican causas ocultas.
Así, la pregunta podría ser: ¿cómo se
conecta esto con lo que se postula en el apartado 2, a saber, una
irregularidad que, si bien inusual, es ontológica?, y en especial si se
considera que allí la autora sostiene que la magia natural debe ser
llamada así sólo respecto de nuestra ignorancia (PL 3, 16Cavendish, Margaret, 1664, Philosophical
Letters, or, Modest Reflections upon Some Opinions in Natural
Philosophy Maintained by Several Famous and Learned Authors of This Age,
Expressed by Way of Letters, Londres.
). Es más,
Cavendish también afirma que la naturaleza no presenta complicaciones
innecesarias; éstas sólo surgen debido a la falta de comprensión de sus
partes o criaturas, que no comprenden la naturaleza infinita ni su modo
de actuar (PL 3, 16Cavendish, Margaret, 1664, Philosophical
Letters, or, Modest Reflections upon Some Opinions in Natural
Philosophy Maintained by Several Famous and Learned Authors of This Age,
Expressed by Way of Letters, Londres.
). De manera
que el asunto es cómo se articula una irregularidad ontológica con su
esquema gnoseológico. Lo anterior nos lleva a la pregunta de si las
causas que se pueden conocer son sólo las regulares, o al menos una
parte de ellas, ya que también parecería haber regulares pero ocultas
(como se muestra en PL 3, 3Cavendish, Margaret, 1664, Philosophical
Letters, or, Modest Reflections upon Some Opinions in Natural
Philosophy Maintained by Several Famous and Learned Authors of This Age,
Expressed by Way of Letters, Londres.
al
reflexionar sobre los elementos, cualidades y mezclas). O si, en cambio,
también se pueden conocer las causas irregulares. A este respecto, la
segunda carta sobre brujería se condice plenamente con la primera: las
historias de brujería son generalmente sucesos irregulares (cuando no
trucos) y no podemos conocer sus causas. Ahora bien, la limitación de
nuestro conocimiento no implica que eso que nos parece irregular en
realidad no lo sea, sino que dicha limitación consiste en que no podemos
conocer las causas de eso que efectivamente es irregular. Esto no nos
compromete a afirmar que todo lo irregular nos resultará desconocido.
Por ejemplo, de muchas enfermedades podemos conocer las causas, y no por
eso dejan de ser irregularidades, tal como se caracterizan en PL 3, 2Cavendish, Margaret, 1664, Philosophical
Letters, or, Modest Reflections upon Some Opinions in Natural
Philosophy Maintained by Several Famous and Learned Authors of This Age,
Expressed by Way of Letters, Londres.
.
Así,
Cavendish se distancia de una formulación común de la época (denominada
también “escéptica” en la demonología, aunque se toma el término
“escepticismo” en un sentido no filosófico y simplemente se equipara con
“no creencia”) que afirmaba que el pacto con el demonio era producto de
la imaginación de las “brujas” o algo puesto por el demonio en sus
cabezas como una fantasía. Ambas explicaciones apelaban a la fragilidad
femenina (Clark 1997, p. 118Clark, Stuart, 1997, Thinking with Demons: The Idea of Witchcraft in Early Modern Europe, Clarendon Press, Oxford.
).
Frente a esto, podemos observar que Cavendish elige otro camino. Su
énfasis no se dirige a las personas en cuestión (las supuestas brujas) o
a la veracidad de las historias, sino a nuestra capacidad de
comprensión de ese hecho. Simplemente, dado que no podemos explicar
ciertos actos, entonces los llamamos brujería. En definitiva, en primer
lugar, en Cavendish lo inusual o la irregularidad en la naturaleza
servirían justamente como argumento para su negación de la creencia en
la brujería. En segundo lugar, estas irregularidades no pueden
explicarse en términos de cadenas causales conocidas basadas en
regularidades, pero eso no las hace algo sobrenatural. Es decir,
simplemente tienen causas (naturales) que no podemos conocer.
4. Conclusión
⌅Como
vimos, Cavendish se opone a la creencia en las brujas por su filosofía
materialista y explica los casos de supuesta brujería mediante razones
ontológicas y gnoseológicas: un universo ordenado que abraza la
irregularidad y un conocimiento limitado por parte de las criaturas
humanas. Ahora bien, aunque el tema de la brujería parece ser el tópico
de sólo dos cartas en Philosophical Letters, no es algo marginal
para la autora, sobre todo si consideramos lo que sostiene en la segunda
de las cartas analizadas, a saber: “muchas mujeres buenas, ancianas y
honestas han sido condenadas siendo inocentes y han sufrido la muerte de
manera incorrecta por el dictamen de algunos jueces idiotas [foolish] y crueles, simplemente bajo la sospecha de brujería, cuando en realidad no existe tal cosa” (PL 3, 16Cavendish, Margaret, 1664, Philosophical
Letters, or, Modest Reflections upon Some Opinions in Natural
Philosophy Maintained by Several Famous and Learned Authors of This Age,
Expressed by Way of Letters, Londres.
).23“[M]any
a good, old honest woman hath been condemned innocently, and suffered
death wrongfully, by the sentence of some foolish and cruel Judges,
meerly upon this suspition of Witchcraft, when as really there hath been
no such thing”. No aceptar la irregularidad de la
naturaleza y la limitación de nuestro conocimiento conduce a condenas
absurdas por cosas que no existen.
En este sentido, y si retomamos el sujeto mencionado en el pasaje de PL 3, 16Cavendish, Margaret, 1664, Philosophical
Letters, or, Modest Reflections upon Some Opinions in Natural
Philosophy Maintained by Several Famous and Learned Authors of This Age,
Expressed by Way of Letters, Londres.
, a saber,
“muchas mujeres buenas, ancianas y honestas”, se puede plantear que no
apoyar la creencia en la brujería pone en duda el estatus inferior de
las mujeres, tanto en la cultura popular como en la teología moderna
temprana (Walters 2014, p. 108Walters, Lisa, 2014, “Margaret Cavendish’s Fusion of Renaissance Science, Magic and Fairy Lore”, en Margaret Cavendish. Gender, Science and Politics, Cambridge University Press, Cambridge, pp. 100–137. https://doi.org/10.1017/CBO9781107588912.003
). Asimismo, cabe destacar que el sustantivo que
utilizaba para caracterizar la acción de adscribir causas inmateriales a
fenómenos naturales, “una gran idiotez” (a great folly), en la primera carta sobre brujería (PL 2, 32Cavendish, Margaret, 1664, Philosophical
Letters, or, Modest Reflections upon Some Opinions in Natural
Philosophy Maintained by Several Famous and Learned Authors of This Age,
Expressed by Way of Letters, Londres.
), en la segunda lo trae a colación de los jueces. Ellos son los idiotas (foolish and cruel judges)
y, a causa de sus sentencias —que no consideran ni la irregularidad del
mundo ni la limitación del conocimiento de cualquier criatura—
condenan, sobre todo, a mujeres inocentes.